Hoy amanecí con suerte, al abrir mi teléfono celular, me encontré con un mensaje sensacional: “Le felicitamos, la telefonía internacional le ha seleccionado entre miles de usuarios de la telefonía digital, para recibir un premio consistente en $ 40,000.00 cuarenta mil dólares americanos y una camioneta Hi lux 4X4 totalmente equipada. Por favor comuníquese inmediatamente con el abogado, y daba un nombre y un número telefónico de Estados Unidos”.

En ese momento recordé a mi amada esposa Gladys R.I.P. que hace años recibió una llamada semejante, ofreciéndole un millón de dólares, donados supuestamente por Bill Gates, y desconociendo que eso era una estafa, antes de llamar al número que le indicaban, comenzó a hacer planes: sobre el uso que daría  a la fortuna que habría de recibir. Como Bill Gates estaba financiando en ese tiempo, programas de salud comunitaria en Nicaragua a través de NICASALUD, y creyendo que habría una relación entre ese hecho y el donativo por recibir, comenzó a pedir presupuestos para la construcción de mini acueductos rurales, pozos perforados y obras de captación y purificación de agua de lluvia.

Pero su entusiasmo se vino abajo cuando le explicaron el mecanismo que utilizan los delincuentes para estafar a los incautos con esa clase de ofertas: le piden a la supuesta víctima el número de su tarjeta de crédito y proceden a saquearla o le piden que deposite en una cuenta determinada, una cantidad de dólares para el pago de los trámites que le permitan el acceso a la fortuna ofrecida.

Ni ella entonces, ni yo ahora, caímos en la trampa, pero el hecho me hizo recordar como Gladys, pensaba siempre en los demás  y nunca tuvo ambiciones para ella misma o su familia. Si recordé a esa alma generosa que vivió siempre para el servicio a los demás.