Los zorzales son unos pajaritos de plumaje pardo que casi no llaman la atención pues no tienen ese colorido de otras aves que adornan nuestros bosques y jardines con sus vistosos trajes.                                                                

El zorzal es una de mis aves preferidas, pues su modesto plumaje contrasta con la dulzura de sus armoniosos trinos.


A mi jardín llegan diariamente varios zorzales que con su canto endulzan mi soledad y me transportan hacia días pasados de felicidad en los que junto a Gladys, tomados de la mano, desde el corredor de nuestra casa frente al jardín poblado de flores multicolores, gozábamos admirando a estas aves maravillosas que a pesar de la belleza de sus trinos, se encubren entre el follaje con toda la sencillez del mundo, entregando a nuestros oídos la inefable melodía que brota de sus pechos, sin la presunción de otras  aves que tratan de deslumbrarnos con la vistosidad de su plumaje.


Cuando escucho la melodía de los trinos del zorzal y el recuerdo de Gladys regresa a mi mente, no dejo de compararla con estos maravillosos pájaros que sin presumir de su valía, entregan a los seres humanos la calidez de su canto llenando de felicidad a los espíritus sensibles.


Así era ella, su vida transcurrió tratando de llevar felicidad a sus semejantes, sin la vanidad característica de muchos filántropos que con cada buena obra que ejecutan, saludan al mundo entero haciendo sonar las bandurrias aspirando a ganarse la admiración y la gratitud de quienes han sido favorecidos con sus acciones.


Gladys, como los zorzales, entregaba su canto de generosidad a quienes lo necesitaran sin esperar más recompensa que la satisfacción del deber cumplido, sin altisonancias, sin pretensiones de reconocimiento, y como los zorzales entre el follaje, se camuflaba en la capacidad y la competencia del equipo que ella misma formó, para practicar el sagrado mandamiento de nuestro Señor Jesucristo que nos dijo “...en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis.”.


Así era ella...