Una pandemia como la del coronavirus o COVIP-19, como se le llama técnicamente, es sin duda una tragedia a nivel mundial. Es difícil imaginarse una situación como la que se ha vivido en Guayaquil en la que los muertos quedan tirados en la calle porque no hay tiempo ni lugar para darles sepultura, o cómo en los Estados Unidos de Norte América las muertes diarias se cuentan por miles sólo en la ciudad de Nueva York y que en el país más poderoso del mundo, no haya suficientes camas de hospital para atender a los enfermos, teniéndose que improvisar tiendas de campaña en el Central Park, para cubrir las necesidades de atención a las víctimas de la pandemia.

No es la primera epidemia que azota nuestro planeta, históricamente se registran epidemias mortales desde el año 430 a de C. con la plaga de Atenas que mató a la cuarta parte de la población, la peste Antonia que desde el año165 hasta el 180, exterminó a 5 millones de personas, falleciendo 5,000 diariamente, la peste negra que asoló Europa en el año 1348 y que causó 20 millones de muertes en 6 años, la viruela que durante los años de la conquista atacó a la población indígena causando más de 35.000 muertos y ya en el siglo XX, la gripe española que causó 25 millones de muertos.

Han surgido otras que han atemorizado a la población mundial, y la han puesto en alerta, como la gripe de Hong Kong, en 1968, el ébola en 1976, la gripe rusa en 1977, el sida que es sin lugar a dudas la más mortal de todas las pandemias de los últimos tiempos pues lleva en su cuenta más de 25 millones de muertos y sigue causando estragos sin que nada haya podido detenerla a pesar de los esfuerzos desplegados en todos los países, por evitarla y buscar la medicación adecuada para detener sus efectos, y así, SARS-2002, la gripe aviar en el año 2005 y la fiebre porcina en el año 2009.

Sin embargo después de la gripe española, ninguna ha tenido los efectos del coronavirus, ante todo, por la rapidez con la que se contagia y por el número de muertes que diariamente provoca.

Pero a pesar de que cada día los medios de comunicación nos muestran el sombrío panorama del avance indetenible de la enfermedad y el creciente número de muertos en las grandes ciudades de Europa y los Estados Unidos, hay algunos hechos que nos debieran de proporcionar confianza y una luz de esperanza en el panorama del futuro.

Por supuesto, algo que no se puede negar es que la pandemia se ceba en la gente más pobre que no tiene posibilidades de tomar las debidas precauciones como el aislamiento y el distanciamiento debido a las condiciones de hacinamiento en las que tienen que subsistir y trabajar, también hay otros factores que nos proporcionan optimismo y esperanza de una mejoría de la situación.

Desde el primer momento los científicos de todo el mundo, con el apoyo de los medios de comunicación, están luchando como un solo equipo, por encontrar una vacuna que prevenga la infección de ese y otros virus similares y de un medicamento eficaz para la cura de las personas afectadas.

La mayoría de las personas afectadas por el covid-19 tienen una enfermedad leve y pueden recuperarse en casa sin atención médica, mientras que los casos graves a menudo reciben atención de apoyo en hospitales en los que todo el personal está preparado y dispuesto a poner todo su esfuerzo y capacidad en la recuperación de las personas afectadas.

Pero a pesar de lo grave que es la rapidez con que el virus afecta a las poblaciones, debe decirse que según estudios realizados, el 20% de los casos detectados se han recuperado totalmente y sólo el 5% de los pacientes ha muerto por causa de la enfermedad.

Por otro lado, está comprobado que tomando las precauciones adecuadas, se evita la infección y probablemente se terminará el peligro de la pandemia, quedando el virus conviviendo entre nosotros como los de la gripe y otros que han logrado neutralizarse.

Pero además de estas informaciones que seguramente afectarán a las personas que se sienten amenazadas por el virus, hay otros aspectos a considerar que debieran tomarse en cuenta y tratar de sacarles el mayor provecho posible: en el ámbito laboral se ha generalizado el teletrabajo desde la casa, con las múltiples ventajas  que esta modalidad trae consigo, como por ejemplo: el innecesario traslado a la oficina, con el consabido ahorro de tiempo, combustibles y polución, la presencia en casa para atender las necesidades de la familia, principalmente de los hijos menores, el menor riesgo de accidentes de tránsito y de trabajo, el horario más cómodo para el prestador de servicios y la oportunidad de trabajo para las personas que tienen problemas de movilidad y aunque limita las relaciones laborales entre compañeros, también evita los problemas surgidos de la convivencia entre compañeros de trabajo, que a veces se multiplican por diversas razones, todo lo que ante todo reduce el estrés, promoviendo la salud mental.

En algunas ciudades se ha disminuido de tal forma el smog, que ahora ya se puede ver el cielo estrellado por las noches, y el resplandeciente sol durante el día.  El agujero en la barrera de ozono se ha reducido al tamaño que tenía hace cuarenta años y la temperatura en  la tierra, debida al calentamiento global se ha reducido en un poco más de un grado centígrado, lo cual es un gran logro.

Animales que se sentían amenazados por los seres humanos han perdido el temor y se han acercado a las ciudades sin causar grabes daños y los accidentes de tráfico se han reducido considerablemente.

Por todo lo antes enumerado, la población del planeta, debe de mantener un alto grado de optimismo y considerar que cuando el peligro pase, porque tiene que pasar, nos encuentre siendo una sociedad más comprensiva, más solidaria, menos prejuiciosa y más saludable que hasta hoy, lo que no significa que deje de lavarse las manos, mantener el distanciamiento social, usar la mascarilla para evitar contagiar y ser contagiado y por supuesto, mientras sea necesario “NO SALGA DE SU CASA”.