Francisco Gabilondo Soler

(el grillito cantor), 

O la nostalgia por la niñez perdida.

Desde mi lejana niñez (ahora tengo más de setenta y cinco años) las canciones del grillito cantor me llenaban de ternura, ante todo porque aunque mis abuelas, personas pobres pertenecientes a la clase obrera nunca lucieron vestidos de raso, ni anduvieron por alamedas en carretela con sus papás, como la abuelita de la canción “toma el llavero abuelita” de Gabilondo Soler, la mía sí tenía un ropero lleno de cosas maravillosas para un niño de menos de siete años.

Había en ese ropero, una serie de joyas increíbles: una colección de libritos de cuentos de la editorial Callejas cuyo tamaño era el de una cajetilla de cigarrillos, unas frutas de barro que parecían de verdad, unas fotografías de la ciudad de principios de siglo y por supuesto, muchas fotos de familia, mi abuela cuando era joven, mis bisabuelos, los hermanos de mis abuelos y mi padre cuando era niño. No faltaban en ese baúl de los recuerdos, muchas estampitas y cuadernillos con la vida de los santos más venerados en la familia: San Francisco de Asís, San Isidro labrador, santa Catalina de Siena, San Nicolás de Bari sin faltar el corazón de Jesús, la virgen María en varias de sus advocaciones, su esposo San José y el niño Jesús.

Sin embargo, al ver las fotografías, mi abuela me describía los paseos que la gente rica hacía en las tardes de verano en las alamedas más pintorescas de la ciudad, a bordo de elegantes carruajes tirados por caballos de hermoso pelaje.

Hoy cuando a mis nietas les invito a escuchar esas canciones que dulcificaron mi niñez, a ellas, aunque la música les gusta, no entienden las letras de las canciones y es que Don Francisco Gabilondo Soler, nació en 1909, en plena bella época y sus canciones fueron creadas cuando las abuela por lo general eran ancianas que usaban lentes, tejían y se mantenían junto a la chimenea, para disfrutar del calorcito en las épocas de frio.

Mis nietas no conocen esa clase de abuelas, porque incluso sus bisabuelas son mujeres relativamente jóvenes, activas cuyos recuerdos tienen que ver más con Elvis Presley, y con la Sonora Matancera que con las canciones de los años veinte.

La ropa que han conocido estas abuelas está muy lejos de los elegantes trajes largos, los corsés y el raso, para dar paso a la ropa deportiva, los pantalones, las bicicletas, los automóviles y los buses, en lugar de los tranvías y los coches de caballos.

Representan pues, las canciones de Gabilondo Soler para nosotros los jóvenes de los años cincuenta, un canto a la nostalgia por la niñez perdida, una niñez imposible de recuperar al compartirla con nuestras nietas y nietos, pues nosotros no vivimos la bella época y nuestros recuerdos se relacionan más con la post guerra y los avances que la tecnología ha alcanzado en los últimos cincuenta años: la televisión, las computadoras, las comunicaciones agiles en el ámbito mundial, el cine a colores, el rock and Rol, y las excursiones al campo cuando aún los ríos y lagos no estaban contaminados, se podía acampar en cualquier sitio donde hubiera un espacio suficiente para instalar una carpa y hacer una hoguera y hacer un picnic a la orilla de la carretera y una fiesta con orquesta o con un conjunto musical en lugar de una disco móvil.

Estas canciones ya no son para la niñez actual, pero seguirán siendo las favoritas de mi generación que necesita encontrar en los recuerdos, un sitio especial para la nostalgia por la niñez perdida y ya lejana.