Allá por el año 2010, cuando lo conocí, debo aceptar que me deslumbro, nunca había conocido a una persona como él, era bullicioso, inteligente, orgulloso, masculino, tenía una risa preciosa, y lo más importante, yo le interesaba... me daban risa sus formas de acercarse a mi, exibiendose como un pavo real, hablandome de sus conquistas, como quien dice "valgo la pena, también le he gustado a otras mujeres antes que a vos"... he de confesarlo, fui una ilusa, me conquisto... y pague un alto precio por haberlo hecho... fueron muchos meses de una relación tóxica que sólo me dejo dolor y sufrimiento...

hace aproximadamente un mes, cuando asistia a la XIV Reunión del BID con la Sociedad Civil, mientras esperaba que pasaran por mi aproveche para descansar un poco en la recepción del hotel... mientras lo hacía escuche una voz, y de inmediato me causo rechazo... abri los ojos y frente a mi había un hombre y había algo en él que hizo que me levantara y me alejara lo más pronto posible... No comprendi de momento la razón de ese rechazo automático hacia alguien que no conocía de nada... comence a recordar, y me di cuenta de que yo ya había conocido a alguien como él, igual de bullicioso, orgulloso, masculino, con una risa que derretía, que se exhibia ante mi como un pavo real, hablando de todas sus conquistas... es cierto, yo no conocía a ese hombre de la recepción del hotel, pero todo en él me recordo al hombre que conocí en 2010...

Creo firmemente que Dios nos permite sufrir, porque el dolor, sin lugar a dudas tiene un propósito educativo... la experiencia nos dice como evitar volver a sufrir... si no lo hubiera conocido, probablemente me habría sentido tentada a considerar atractivo a quien conoci en la recepción de un hotel... sin la experiencia de dolor probablemente seguiría corriendo a 120 km/h en mi motocicleta... y sin experiencia dolorosa de por medio, lo más seguro es que seguiría torturando a mi familia con mis recetas de cocina....

En defnitiva, creo que el dolor nos ayuda a formar paradigmas que nos permiten no cometer más errores que los necesarios para poder vivir felices.