Desde que tenía once años, allá por el año 1954, he conservado la tradición de hacer un nacimiento para conmemorar la llegada del Niño Dios.

El primer nacimiento del que guardo gratos recuerdos fue un trabajo de toda la familia, aunque mi hermano Mario tenía nueve años y mi hermanita Clara sólo siete, desde principios de diciembre nos avocamos a la preparación de los elementos que entrarían a formar parte del nacimiento, junto con mi madre comenzamos a recortar florecitas de tafetán rosado las que después, colocadas el alambres forrados de papel crepé se colocarían en un árbol seco de durazno pintado de blanco, daba la impresión de ser un cerezo florecido, como en las estampas japonesas.

Mi padre pintó sobre papel de estraza el fondo azul, sobre el que se colocaron estrellitas de papel plateado, y bajo el árbol, en un nido de paja y rodeado de musgo, colocamos al Niño Dios.

Desde ese diciembre he tenido la devoción de hacer un nacimiento muchas veces muy sencillo y en ocasiones un poco más complicado, según sean las circunstancias.

Al venir a Nicaragua en 1974, traje conmigo la devoción de poner un nacimiento y que en los primeros años, no dejó de ser una mesa, con un pesebre para colocar al Niño Dios adornado con musgo y esas bromeliáceas que aquí llaman pirigallos, pero en mis años de matrimonio con Gladys Cáceres ya tuvimos el espacio y le deseo suficientes de hacer algo más llamativo, con la idea de mostrarlo al público e ir creando la tradición de conmemorar el nacimiento de Jesús elaborando un nacimiento, y con ese propósito lo hemos puesto en lugares donde la gente que pasa lo pueda ver desde la calle, pues nunca logramos hacer que se interesaran en entrar a verlo, incluso, en 1994 construimos una cascada con agua de verdad, para llamar la atención de la gente, pero tampoco eso se logró, de manera que ya renuncié a la idea de hacer un nacimiento para que el público lo vea, pero no he renunciado a honrar la memoria del Niño Dios, haciendo un nacimiento y decorando la casa para celebrar la Navidad.

Este año, el peor de todos los que, con mis hijos y nietas nos ha tocado vivir, he tenido el propósito de hacer algo especial para agradecer a Dios porque en medio de la crisis múltiple que hemos tenido que soportar, en nuestra casa no ha faltado la salud ni el pan de cada día en nuestra mesa y es por eso que desde algún tiempo atrás he venido dedicando parte de mi tiempo e ilusiones a cumplir con este cometido.

Pero la vida está compuesta por grande y pequeños sueños y por grandes y pequeñas renuncias: quería hacer un nacimiento grande lleno de figuras elaboradas por mis manos y no logré hacerlo, quería representar todo un pueblo elaborando casas, templos y palacios, y un molino movido por el agua que surgiría por medio de una bomba, para formar un río y no conseguí los materiales necesarios para hacerlo, todo esto para dar un marco adecuado y pintoresco al portal donde debiera de posar el Niño con las imágenes de sus santos padres, entonces sólo me tendré que conformar con un arco y algunas casitas para adornar el nacimiento.

Sin embargo he de decir que desde un tiempo acá he estado planeando con mucho afán , dibujando y volviendo a dibujar y hasta plasmar en acuarela el nacimiento y la decoración de la casa para conmemorar el nacimiento del Niño Dios, y algunas cosas sí he podido realizar,  por ejemplo: deseaba hacer una chimenea con un fuego que pareciera natural y con la ayuda de Kevin, el novio de Adriana Alejandra, se ha logrado y está en funciones el árbol de navidad, un arbolito seco pintado de blanco y con luces blancas y esferas doradas, está terminado gracias a la colaboración de Héctor, el amigo de Gabriela Beatriz y estoy construyendo las casitas que darán ambiente al nacimiento.

De todas las fases del proceso de elaborar el nacimiento y la decoración navideña he enviado fotos a la familia para despertar su entusiasmo y que este año, a pesar de las dificultades, rindamos honores al Niño Dios y le demos las gracias por haber sobrevivido a tanta desgracia (situación político-social, dificultades económicas, pandemia, huracanes, pérdida de las cosechas y tantas cosas más) y pedirle que el año que viene se compadezca de nosotros y mejore nuestra situación.

Así, preparémonos a celebrar el advenimiento de nuestro Salvador y disfrutemos de una ¡Feliz Navidad! Y que el próximo año venga colmado de ventura y bendiciones del Altísimo.