Este año ha sido de constantes subidas y bajadas... de grandes planes y grandes reveses... de pequeños milagros y muchos contratiempos... como usualmente es la vida, pero que en tiempo de pandemia se magnifica hasta afectar el ánimo de cualquiera...

Me había negado a sumarme a las publicaciones navideñas, aunque adoro la navidad, porque me parecía incorrecto estar festejando cuando tantos en el mundo han perdido lo que tienen, a tal punto que mis propias pérdidas personales parecen insignificante... Tal es el caso de aquellas familias que han sido diezmadas por el coronavirus, los hermanos de la Costa Caribe que han tenido que enfrentar dos huracanes increíblemente destructivos en menos de 15 días, o los campesinos de mi zona que han perdido todas sus cosechas, se les han soterrado los pozos y han quedado con inmensas deudas a las que no pueden hacerle frente, por lo que el próximo año seguiremos en crisis... Sin embargo, he tenido contacto con dos personas muy especiales para mi, y me decían que a pesar de todas las pérdidas que han tenido (1 de ellas perdió su casa con el huracán y el otro todas sus cosechas) esperan las navidades y el próximo año con esperanza... Y ahí me di cuenta de que esa es la magia de la navidad... la esperanza en el mañana y la promesa de tiempos mejores.

Aunado a esto, me di cuenta de que como emprendedora debo poner mi grano de arena para que el próximo año sea, en realidad, un buen año para mis vecinos y amigos... poniendo mi grano de arena... 

Se muy bien que no estoy sola, de hecho, he conocido a personas maravillosas que han hecho que este año lleno de contratiempos sean más llevaderos, y doy gracias a Dios por poder contarlos entre mis amigos...

¡Gracias a todos ustedes!