Cuando era niña me contaban el cuento del príncipe encantado, que había sido convertido en rana por una bruja vengativa, y que el hechizo se rompía con un beso de amor..

Toda mi vida pensé que había luchado contra los estereotipos como ese, de sentirme la princesa desvalida que espera ansiosa a que aparezca un príncipe para ser feliz... 

Hace Exactamente un año y 6 meses lo conocí, y cometí la equivocación de no ver lo que era, sino en lo que se podría convertir, y decidí ser yo, no la que lo transformara, porque se que uno no puede cambiar a las personas, pero si pensé que al ser yo quien soy, al apoyarlo, el tomaría la decisión de ser quien podría ser....

No sólo no cambio por su propia voluntad, si no que me vi envuelta en situaciones que no debería por apoyarlo en las buenas y en las malas...

La lección que he sacado de todo esto.... Que el que es rana hoy, será una rana siempre, no un príncipe azul, esos cambios sólo pasan en los cuentos de hadas...