Día con día nos encontramos con algunas situaciones que minan nuestra capacidad de ser felices... llenando nuestra vida de dudas y estrés... he aquí las

Siete razones para no ser feliz

1. Poner oídos a todo lo que dicen e Informarse con personas o fuentes equivocadas. 

Actualmente, hay tantas fuentes de información que nos llenan la mente de negatividad. Por el internet se reciben tantas opiniones e informaciones que no son necesariamente verdaderas y que nos inclinan a creer o a llenarnos de temores por sucesos que no tienen ninguna base. Conspiraciones, noticias falsas y mensajes que nos provocan inquietudes innecesarias. Información sobre extraterrestres, seres reptilianos, la tierra plana y la destrucción del mundo, sólo confunden y a veces producen angustia. Muchas veces nos dejamos llevar más por chismes o por medios de información de poca seriedad o que dan informaciones tendenciosas y pueden provocarnos dudas, o sentimientos negativos. Los medios de comunicación parcializados con un partido político o un determinado grupo religioso o ideológico, sólo nos darán opiniones sesgadas y no necesariamente ciertas.

2. Compararse con otros. 

Siempre habrá alguien más grande, poderoso o exitoso que cada uno de nosotros, así mismo también habrá alguien menos inteligente, menos exitoso, más pobre o más feo que nosotros y compararnos con ellos nos hará, o sentirnos disminuidos en nuestra autoestima o engreírnos sin motivo por ser supuestamente mejores que la persona con la que nos comparamos y ninguna de las dos cosas nos hará felices. Tenemos nuestros propios valores, capacidades y virtudes, eso posiblemente nos hace diferentes a otros pero no mejores o peores que los demás, gocemos de lo que somos, hasta donde sea posible, como ejemplo vean los casos de personas minusválidas que han logrado éxitos increíbles en sus vidas, como el músico nicaragüense José Antoni Meléndez, que sin tener brazos toca la guitarra maravillosamente, o el joven pintor superrealista del Ecuador, Santiago Guillermo, que pinta cuadros increíbles sujetando el pincel con la boca, pues no tiene manos.

3.    No valorar lo que hacemos. 

Sentir que nuestro trabajo o nuestra labor no vale la pena, puede hacer que nos sintamos  inútiles e inconformes. Apreciar lo que hacemos, nos da valor y satisfacción. Por eso es necesario poner todo nuestro empeño en que lo que hacemos sea agradable a nosotros mismos y desde luego a los demás y si ese quehacer nuestro sirve de alguna manera para agradar a los demás o a alguien en particular, nos puede dar la sensación del deber cumplido. De hecho considerar que lo que hacemos tiene un buen fin, mejora nuestra autoestima y el saber que la vida no pasa en balde.

4.    No disfrutar con lo que hacemos. 

Amar nuestra labor o trabajo es ya de por sí, parte de la felicidad, mi padre murió feliz, según declaró en la última entrevista que le hicieron,  porque amaba su trabajo y se sentía realizado por haber sido lo que deseaba, ser pintor de paisajes.

Trabajar en alguna labor que no nos es agradable sólo porque nos proporciona ganancias económicas no compensa la frustración de sentirnos como esclavos del trabajo que tenemos que ejecutar. Hay muchas formas de ganar dinero y algunas de ellas son indignas o no recomendables, como la usura desmedida, el tráfico de drogas o la explotación de los vicios o debilidades ajenas, pero ninguna de ellas nos dará más satisfacciones que las de comprar cosas, pero nos impedirán gozar de aquellas que no se pueden comprar con dinero.

5.    Valorar únicamente las cosas materiales o por el precio que tienen. 

Muchas veces nos sentimos mal porque no tenemos el mejor celular, un vehículo último modelo, o ropa de última moda, o porque en nuestra mesa no se sirven los exquisitos manjares que se supone hay en las mesas de los ricos y poderosos, sin darnos cuenta de que hay cosas de mucho más valor que lo que nos ofrece la cultura del consumismo. Tener donde vivir, contar con nuestros padres o amigos, poder disfrutar de ratos de descanso, oyendo música, leyendo un libro o viendo una película, son placeres de los que podemos gozar sin mucho esfuerzo. La clave puede ser que debemos valorar lo que tenemos y no sentirnos mal por lo que no tenemos y que tal vez no es lo que necesitamos.    

6.    No tener sentido de pertenencia: 

Aislarnos nos causa depresión aunque para justificar nuestras actitudes digamos que nos gusta la soledad, eso nos aleja de la familia, nos impide hacer amigos, y el sentir que nadie es digno de nuestro aprecio y consideración nos convierte en seres indignos de ser tomados en cuenta por los demás . Quejarse de que nadie nos ayuda, de que no nos aprecian, que no valoran nuestro trabajo, son sólo pretextos para no entregar nuestro cariño a otras personas. Al sentirnos parte de algo, de nuestra familia, de nuestro grupo, de nuestra comunidad, nos ofrece un horizonte más amplio y la posibilidad de alcanzar las metas que nos proponemos, junto al grupo al que pertenecemos, apoyar a los otros miembros y saber que contamos con ellos en caso de necesidad, pero recordemos que para recibir, antes tenemos que dar.

7.    No perdonar las faltas de los demás. 

Guardar rencores, odios y resentimientos, nos hace no poder disfrutar de las cosas buenas de la vida. Amargarse porque otros cometen errores e incluso crímenes nos roba el derecho a cometer nuestros propios errores. Estar conscientes de nuestras imperfecciones nos hace ser más tolerantes y por lo mismo menos odiosos ante la gente que nos rodea. Una persona que todo lo critica, que nada le parece suficientemente bien, nos hace antipáticos y eso nos llena de amargura e insatisfacción.

Tratemos de ser felices dentro de nuestras posibilidades, no nos dejemos arrancar esa posibilidad y pensemos que la felicidad no está fuera sino dentro de nosotros y que en lugar de andarla buscando, sólo la debemos dejar aflorar y contagiar a los que nos rodean con ese sentimiento tan necesario en nuestra vida, sigamos el ejemplo de Gladys, nuestra amada guía que repartió felicidad por donde pasaba, porque llevaba esa felicidad dentro de sí.