Lo que más me gusta de mi trabajo, además de tener la oportunidad de conocer nuevos mundos, nuevas culturas, nuevas personas... es el hecho de que voy a lugares increíbles, que de otra manera no habría conocido... pero sobre todo, el que es un trabajo lleno de constantes retos, donde hago cosas que hasta hace poco creí impensables o imposibles.

Ese fue el caso de mi viaje a Perú, en el que durante 3 días trabaje de voluntaria en el Hogar de Acogida Caritas Felices, "Niño Jesús de Praga", en Lurín, construyendo una piscina para las niñas del centro.

En este centro, se albergan 45 niñas que han sido víctimas de violencia sexual, física y psicológica, o que han sido abandonadas, y lo que hacen es acoger a estas niñas para ayudarlas a recuperarse física, psicológica, social y espiritual.

Demás esta decir que me interesó mucho el proyecto, ver a estas niñas, en apariencia tan frágiles y débiles, y  saber que han sobrevivido a cosas que muchos de nosotros ni se imaginan... como trabajadora social y como madre... 

Al finalizar los tres días, tenía los pies llagados y el corazón contento, dolor de espalda y la conciencia de haber hecho feliz a estas niñas...

¿Qué más puedo pedir?